A lo largo de toda Europa, los profesores se enfrentan a aulas cada vez más diversas.
Aunque la diversidad ha sido durante mucho tiempo una característica propia en el continente, la creciente mezcla de influencias religiosas, culturales y lingüísticas -provocada por la migración internacional e intraeuropea- ha creado muchas oportunidades y muchos desafíos en el panorama educativo europeo.
Según un informe de la Unión Europea de 2017, el aumento del número de niños refugiados, solicitantes de asilo y migrantes -en enero de 2019, el 4,9% (21,8 millones) de los 446,8 millones de residentes de la Unión Europea (UE), eran ciudadanos de fuera de la UE-27- ha ejercido una alta presión sobre las escuelas y los profesores para que "reconsideren sus prácticas y estrategias cotidianas para responder" a una serie de necesidades de aprendizaje diversas.
Mientras los profesores aspiran a una participación plena por parte de todos los alumnos, hay estudios recientes que sugieren que los problemas públicos de intolerancia y exclusión social están apareciendo también en las escuelas.
Teniendo en cuenta estos desafíos, un grupo de expertos en un taller de diciembre de 2017 sobre la educación interreligiosa en Europa en Viena (Austria), coorganizado por el KAICIID, decidió constituir la Red para el Diálogo.
Formada por miembros de los principales grupos religiosos, organizaciones de la sociedad civil e instituciones de educación superior, la Red para el Diálogo es una plataforma a escala europea, apoyada por el KAICIID, que se ocupa de una serie de cuestiones políticas relacionadas con la integración de los refugiados y el diálogo interreligioso.
La representante principal del KAICIID en la Red para el Diálogo, la Dra. Aleksandra Djuríc Milovanović, afirma que las estadísticas de migración y los informes preocupantes sobre la inclusión social, "requieren políticas activas para los recién llegados en una sociedad de acogida."
La educación formal, señala, es un componente crucial de este proceso. "Existen lagunas en muchos niveles, pero somos conscientes de las deficiencias particulares y los desafíos actuales en los entornos de la educación formal", dijo Djuríc Milovanović. Ya existen esfuerzos de diálogo de base que pretenden llenar esas lagunas, dijo Djuríc Milovanović. "Sin embargo, no todos ellos están vinculados a las estructuras educativas formales o son capaces de provocar cambios a nivel político", comenta.
La Red para el Diálogo trabaja con estos grupos y personas, apoyando sus iniciativas y ayudándoles a colaborar con los responsables políticos.
“Para lograr un cambio sustancial, estas voces que trabajan en primera línea tienen que ofrecer recomendaciones y asesorar a los responsables políticos en la creación de planes y la aplicación de estrategias a nivel institucional", sostiene Djuríc Milovanović.
Los retos a los que deben enfrentarse los responsables políticos y los profesionales son diversos, señala.
“A pesar de la creciente diversidad en las aulas europeas, la enseñanza y otras profesiones educativas tienden a ser bastante homogéneas y los profesores suelen carecer de conocimientos sobre cómo impartir con conciencia y habilidades interculturales e interreligiosas", asegura.
Debido a esto, "los estudiantes inmigrantes carecen de apoyo suficiente para atender a sus necesidades y a menudo muestran una menor capacidad académica, mientras que corren un mayor riesgo de sufrir ansiedad y tener problemas de bienestar psicológico."
En el borrador de un informe político, la Red para el Diálogo recomendó varios pasos a seguir para abordar estos obstáculos. Entre ellos, proponer que los responsables de la educación involucren a los padres de los niños inmigrantes en las actividades escolares como socios en igualdad de condiciones y no sólo como beneficiarios, planes de cualificación y acreditación acelerados para los profesores de origen inmigrante y refugiado, y la creación de planes de estudio y programas de entrenamiento sobre diversidad cultural, alfabetización religiosa, inclusión social, educación intercultural y diálogo interreligioso.
Waseem Haddad, director del programa del KAICIID para Irak y Siria, se mostró alentado por el trabajo de la Red para el Diálogo en Europa y las recomendaciones para el futuro.
La educación, dijo, constituye un espacio primordial para la formación de la identidad.
“La capacidad de pensamiento crítico, la conciencia de la diversidad y la práctica de la toma de decisiones con conocimiento de causa, así como la participación cívica, pueden adquirirse y practicarse en este nivel", dijo. "Si estas habilidades y valores no se transmiten en la educación, los adultos y los niños se enfrentarán a grandes retos a la hora de aceptar la diferencia y celebrar los puntos comunes étnicos, religiosos y culturales."
Haddad también destacó la importancia de la educación religiosa para desarrollar el reconocimiento y la aceptación del "otro" por parte de una generación, independientemente de las diferencias de religión, lengua o cultura.
Para ello, tanto Djuríc Milovanović como Haddad podrían sentirse alentados por una nueva iniciativa en Austria.
Financiado por el Fondo Científico Austriaco (FWF) por un período de tres años, el proyecto piloto "Educación religiosa cristiano-islámica en la enseñanza en equipo" se desarrolló para apoyar a los profesores cristianos y musulmanes que imparten sus clases de educación religiosa juntos, al mismo tiempo, en la misma aula.
El profesor Dr. Wolfgang Weirer, catedrático de teología de la Universidad de Graz y líder del equipo del proyecto, dijo que, aunque no hay "planes de clase estándar" -ya que cada lección es planificada por los propios profesores- se abordan tanto las similitudes como las diferencias entre el cristianismo y el islam.
“En este contexto, es importante para nosotros que los alumnos experimenten en clase que se puede hablar de religión de forma constructiva y que las diferencias no tienen por qué desaparecer.
El objetivo de este encuentro mutuo, dijo Weirer, es "cuestionar los prejuicios a través del contacto con personas de diferentes orígenes religiosos y, si es necesario, reducir los miedos y la discriminación existentes".
Además de apoyar a los profesores del proyecto, Weirer y su equipo analizan otros aspectos de la educación interreligiosa, como las oportunidades y los marcos legales para llevar a cabo iniciativas de cooperación interreligiosa entre diferentes escuelas, las competencias y actitudes del personal docente, y las condiciones de aprendizaje que deben existir para favorecer el encuentro entre alumnos de diferentes orígenes religiosos.
“La educación no promueve necesariamente la inclusión social, sino que también puede contribuir a la segregación", afirma Weirer.
Para fomentar lo primero y evitar lo segundo, "se trata de desarrollar programas educativos específicos que potencien a los alumnos en sus respectivos puntos fuertes y contribuyan a la igualdad de oportunidades", dice. "La escuela puede convertirse así en un lugar donde experimentar la convivencia pacífica y constructiva en una sociedad plural".
Por su parte, Djuríc Milovanović cree que este tipo de experiencias no sólo enriquecen las clases, sino a la sociedad en general. Cree que esfuerzos como el de la Red para el Diálogo o el proyecto piloto en Austria pueden crear una "cadena de cambios positivos." "Todos estos pequeños cambios en el aula de un profesor pueden parecer irrelevantes, muy pequeños o invisibles", señala Djuríc Milovanović, "pero tenemos que dar a los profesores las herramientas necesarias para que sientan que son un elemento crucial que interviene en un cambio positivo en la sociedad."
“Los profesores tienen que tener la perspectiva de que los encuentros con la diversidad en el aula pueden abrir un espacio para el diálogo", dijo, "y desempeñan un papel vital en la enseñanza del diálogo no sólo en su aula, sino en todo el continente.”